Gustavo Cerati, uno de los más grandes referentes del rock latinoamericano, fue un artista cuya influencia se extendió más allá de la música, llegando a tocar el corazón de millones de fanáticos en toda Latinoamérica. El 15 de mayo de 2010, luego de un concierto en Caracas, Venezuela, Cerati sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) que lo dejó en estado de coma. Durante los siguientes cuatro años, estuvo internado en la clínica ALCLA de Buenos Aires, donde sus amigos y familiares lo visitaban, manteniendo la esperanza de que algún día pudiera despertar.
A mediados de 2013, una amiga y colaboradora cercana de Cerati lo visitó en su habitación, buscando conectar con lo que ella creía que aún quedaba del artista. Durante esta visita, Gustavo deslizó su lengua entre los labios, lo que ella interpretó como una pequeña señal de que todavía estaba presente, un gesto que para muchos de sus amigos significaba un rayo de esperanza.
Durante su internación, Lillian Clarke, la madre de Cerati, afirmaba con determinación que su hijo reconocía voces y respondía a estímulos, manteniendo viva la fe en su recuperación. Leo García, uno de los amigos más cercanos de Cerati, visitaba frecuentemente la clínica y aseguraba que Gustavo aún mostraba signos vitales y que nunca consideraron dejarlo morir. Para Leo, Cerati era más que un amigo: era un padre artístico y una inspiración, por lo que rendirse nunca fue una opción.
La habitación donde Gustavo permanecía se convirtió en un verdadero santuario. Fanáticos de toda Latinoamérica acudían al lugar para dejar mensajes y homenajes en un mural que adornaba las paredes exteriores de la clínica. Mientras tanto, dentro de la clínica, sus amigos le ponían música, le contaban historias y lo acompañaban en fechas importantes como su cumpleaños, el 11 de agosto, y en más de una Navidad.
A pesar de su condición, Cerati no pasaba sus días completamente postrado. La mayor parte del tiempo estaba sentado en una silla ortopédica, y un equipo de especialistas lo ayudaba a mantener sus músculos en buen estado mediante terapias diarias. Recibía atención constante, incluyendo musicoterapia, masajes y sesiones de terapia ocupacional. La alimentación llegaba a través de una gastrostomía, un tubo conectado directamente a su estómago.
Sin embargo, el estado de Gustavo Cerati no mostraba mejoras significativas, y los partes médicos que emitía la clínica cada año hablaban de un estado «clínica y hemodinámicamente estable», aunque sin cambios neurológicos. A pesar de esto, sus amigos y familiares no perdían la esperanza, y algunos comentaban que su piel estaba en excelentes condiciones, afirmando incluso que la ausencia de cigarrillos había mejorado su aspecto físico.
El 4 de septiembre de 2014, Gustavo Cerati falleció en la clínica ALCLA, poniendo fin a cuatro años de lucha tras su ACV. Su partida fue un duro golpe para el mundo de la música, y fue despedido por miles de fanáticos en la Legislatura porteña, en lo que fue considerado un funeral de Estado. Su legado, sin embargo, continúa vivo a través de su música y la influencia que dejó en el rock en español.
Hoy, Cerati es recordado como un ícono del rock argentino y latinoamericano, un artista cuya obra sigue resonando en toda una generación. Aunque su vida se apagó antes de lo esperado, su música continúa iluminando el camino de quienes lo admiran. El legado de Gustavo Cerati sigue presente en cada rincón de Latinoamérica, donde su figura ha quedado inmortalizada como uno de los más grandes músicos de todos los tiempos.